Los astrónomos han detectado las primeras emisiones de radio del cometa interestelar 3I/ATLAS mientras atraviesa nuestro sistema solar, pasando aproximadamente a la mitad de su viaje de ida. Si bien este descubrimiento puede parecer inicialmente una prueba convincente de un origen extraterrestre (una noción defendida por algunos científicos), la realidad es mucho más mundana y fascinante en sí misma.
3I/ATLAS, descubierto a principios de julio, tiene la distinción de ser el tercer objeto interestelar (ISO) conocido que se aventura en nuestro vecindario cósmico. La mayoría de los investigadores creen que este visitante helado, que viaja a más de 210.000 km/h (130.000 mph), es un cometa antiguo (posiblemente el más antiguo jamás observado) expulsado de otro sistema estelar en los confines exteriores de la Vía Láctea hace miles de millones de años.
La naturaleza inusual de 3I/ATLAS generó especulaciones incluso antes de su descubrimiento. Una minoría vocal, encabezada por el astrofísico de Harvard Avi Loeb, ha promovido la controvertida idea de que podría tratarse de una nave espacial extraterrestre disfrazada de cometa. Esta teoría marginal ha atraído considerable atención de los medios, eclipsando a menudo la genuina intriga científica que rodea a esta ISO.
Este patrón se hace eco del caso de ‘Oumuamua, otro objeto interestelar encontrado en 2017 que Loeb también declaró una posible nave nodriza alienígena, a pesar de carecer de pruebas concluyentes. Cuando los astrónomos que utilizaron el radiotelescopio MeerKAT de Sudáfrica detectaron estas señales de 3I/ATLAS coincidiendo con su máxima aproximación al Sol (perihelio) el 29 de octubre, las esperanzas de descubrir “mensajes alienígenas” ocultos eran altas entre los partidarios de Loeb.
Sin embargo, las señales detectadas carecen de origen tecnológico. En cambio, se originan a partir de longitudes de onda específicas absorbidas por los radicales hidroxilo (o moléculas OH) presentes en la coma del cometa (la nube de gas y polvo que rodea su núcleo). Estos radicales se producen como moléculas de agua expulsadas del 3I/ATLAS mediante un proceso llamado desgasificación, una característica fundamental de los cometas. Este hallazgo se alinea con observaciones anteriores, donde los investigadores de la NASA capturaron imágenes de agua saliendo del cometa, similar a una poderosa “manguera contra incendios”.
Los últimos datos revelan que la radiación solar descompone el agua eyectada durante el perihelio, lo que confirma el comportamiento típico de los cometas. Si bien Loeb reconoció estos hallazgos de radicales hidroxilo en su blog, se abstuvo de confirmar explícitamente si representan una actividad cometaria estándar.
Más allá de las señales de radio, 3I/ATLAS ha exhibido otros rasgos inusuales – incluyendo una superficie altamente irradiada, un exceso de dióxido de carbono y una extraña “anti-cola” – que alimentaron teorías de conspiración extraterrestre. Sin embargo, estos fenómenos han sido explicados detalladamente por la comunidad científica, que coincide abrumadoramente en que 3I/ATLAS es un objeto natural.
Una teoría separada pero relacionada también fue desacreditada recientemente cuando los astrónomos identificaron un “objeto casi interestelar” que alcanzó su punto más cercano a la Tierra el 11 de noviembre. Circularon rumores que sugerían que podría tratarse de una sonda enviada por 3I/ATLAS durante el perihelio, pero incluso Loeb lo consideró improbable. Este objeto recién descubierto, denominado C/2025 V1 (Borisov), es simplemente otro cometa típico de nuestro sistema solar.
La historia de 3I/ATLAS sirve como recordatorio de que la exploración científica a menudo encuentra anomalías intrigantes que inicialmente invitan a la especulación. Si bien el atractivo de las explicaciones extraterrestres puede ser fuerte, es crucial priorizar el análisis riguroso y las conclusiones basadas en evidencia sobre el sensacionalismo.




























