Una nueva investigación ha revelado los primeros rastros químicos definitivos de vida en la Tierra, detectados en formaciones rocosas de 3.300 millones de años en Sudáfrica. El descubrimiento, publicado en un nuevo estudio, hace retroceder la línea de tiempo documentada para el surgimiento de la vida, confirmando que los procesos biológicos estuvieron activos en nuestro planeta mucho antes de lo que se pensaba anteriormente.
El desafío de las biofirmas antiguas
Detectar vida desde hace miles de millones de años es notoriamente difícil. En inmensas escalas de tiempo geológicas, el material orgánico se degrada y distinguir firmas biológicas de procesos no biológicos se vuelve casi imposible. La vida temprana habría consistido en organismos microscópicos cuyos restos físicos se alteran dramáticamente a lo largo de miles de millones de años. Si bien formaciones como los estromatolitos se interpretan como restos de tapetes microbianos, confirmar un origen biológico siempre ha sido un desafío.
Un gran avance en el aprendizaje automático
Un equipo dirigido por Robert Hazen del Instituto Carnegie para la Ciencia ha superado este desafío aplicando el aprendizaje automático para analizar rastros de carbono antiguos. Los investigadores entrenaron un algoritmo para identificar patrones químicos sutiles, pero distintos, exclusivos de las moléculas biológicas. Este enfoque les permitió detectar “ecos” de la vida incluso en muestras muy degradadas donde los métodos tradicionales fallan.
Cómo funciona la investigación
El equipo analizó 406 muestras, desde organismos modernos hasta fósiles antiguos, utilizando una técnica llamada pirólisis-cromatografía de gases-espectrometría de masas (Py-GC-MS). Este método descompone el material orgánico en fragmentos, los separa y mide sus firmas masivas. Luego, el modelo de aprendizaje automático buscó patrones bióticos y logró una tasa de precisión superior al 90%.
Hallazgos clave
La muestra más antigua identificada positivamente como biológica data de hace 3.330 millones de años y se encontró en Josefsdal Chert en Sudáfrica. Esto confirma que la vida había surgido y se había extendido en este punto de la historia de la Tierra. Los investigadores también identificaron la evidencia más antigua de fotosíntesis hasta la fecha en rocas de 2.52 y 2.300 millones de años de Sudáfrica y Canadá, respectivamente.
Implicaciones para la astrobiología
Esta investigación tiene importantes implicaciones para la búsqueda de vida más allá de la Tierra. Al demostrar la capacidad de detectar biofirmas débiles en rocas antiguas, proporciona una nueva herramienta para identificar vida en otros planetas. El estudio sugiere que incluso los rastros biológicos altamente degradados pueden identificarse utilizando técnicas analíticas avanzadas.
El futuro de la detección de biofirmas
Como explica Robert Hazen, “las rocas más antiguas de la Tierra tienen historias que contar, y apenas estamos empezando a escucharlas”. Este estudio representa un gran avance en nuestra capacidad para decodificar las firmas biológicas más antiguas de la Tierra. Al combinar un poderoso análisis químico con el aprendizaje automático, los científicos ahora pueden leer los “fantasmas” moleculares dejados por la vida temprana que aún susurran sus secretos después de miles de millones de años.
La investigación subraya el potencial para identificar vida incluso en los entornos más desafiantes, tanto en la Tierra como más allá. Los hallazgos sugieren que la vida puede ser más resiliente y estar más extendida de lo que se pensaba anteriormente, ofreciendo nuevas esperanzas en la búsqueda en curso de vida extraterrestre.
