La eliminación del sarampión en Estados Unidos está en riesgo: el papel del sentimiento antivacunas y el liderazgo político

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Estados Unidos está a punto de perder su estatus de eliminación del sarampión, lo que refleja el reciente fracaso de Canadá, a medida que las tasas de vacunación disminuyen y los movimientos antivacunas ganan fuerza. Esta situación no es simplemente un revés para la salud pública, sino una consecuencia directa de decisiones políticas y una erosión deliberada de la confianza en el consenso científico. El problema central es el resurgimiento del movimiento antivacunas, ahora amplificado por el liderazgo de Robert F. Kennedy Jr. dentro del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS).

La amenaza del sarampión: una realidad altamente contagiosa

El sarampión es excepcionalmente contagioso: en una habitación con diez personas no vacunadas, nueve probablemente se infectarán si se exponen. Estados Unidos ya registró más de 1.700 casos en 2025, y el 12% requirió hospitalización, la tasa más alta entre niños menores de cinco años. Sólo en Estados Unidos se han producido tres muertes, con complicaciones que incluyen neumonía, encefalitis y la rara pero devastadora panencefalitis esclerosante subaguda (SSPE). Más allá de los síntomas inmediatos, el sarampión puede inducir “amnesia inmune”, debilitando la protección contra otras enfermedades.

No se trata sólo de una enfermedad infantil; es una amenaza sistémica para la inmunidad colectiva y la salud pública en general.

El aumento de la influencia antivacunas

El aumento del sentimiento antivacunas comenzó durante la pandemia de COVID-19, impulsado por la desinformación difundida a través de las redes sociales y los medios marginales. Esta desconfianza se ha institucionalizado con la confirmación de Robert F. Kennedy Jr. como secretario del HHS. Kennedy, que anteriormente presidió Children’s Health Defense, tiene un historial documentado de promoción de teorías de conspiración infundadas (incluidas afirmaciones de que el COVID-19 es un arma biológica dirigida a grupos étnicos específicos) y desinformación sobre vacunas. Su nombramiento ha permitido la colocación de defensores de las vacunas en órganos asesores de salud pública clave, socavando décadas de progreso científico.

La erosión deliberada de la confianza en la ciencia establecida es el motor central de esta crisis.

Implicaciones para la seguridad nacional

La disminución de las tasas de vacunación no es sólo un problema de salud; son un riesgo para la seguridad nacional. Un informe del Departamento de Defensa de 2023 identificó específicamente la información errónea contra las vacunas como una amenaza para la preparación militar, citando su impacto en la prevención de enfermedades y el cumplimiento de políticas de mitigación. Las poblaciones no vacunadas debilitan la resiliencia nacional, lo que hace que los brotes sean más frecuentes y graves.

Eliminar los requisitos de vacunación para el ingreso a la escuela, como se vio en Florida, agrava aún más el problema. Los efectos en cadena se extienden más allá de Estados Unidos y empoderan a los movimientos antivacunas en todo el mundo.

El camino a seguir: responsabilidad y acción

La situación exige una acción inmediata y decisiva. Primero, Robert F. Kennedy Jr. debe ser destituido de su cargo para detener su influencia destructiva en las políticas de salud pública. En segundo lugar, las redes sociales y las plataformas de medios heredadas deben asumir la responsabilidad de la difusión de información errónea, aunque actualmente los motivos de lucro desalientan cambios significativos.

En última instancia, la solución radica en reconstruir la confianza en la ciencia, elegir líderes comprometidos con la salud pública y contrarrestar activamente la propaganda antivacunas.

Las elecciones de noviembre de 2025 sugieren una creciente conciencia sobre estas cuestiones, pero la presión pública sostenida es vital. La disminución del nivel de eliminación del sarampión no es inevitable; es un fracaso político y revertirlo requiere un esfuerzo colectivo para priorizar la integridad científica sobre la ideología política.